El consejo de administración de Adif acaba de adjudicar el contrato de mantenimiento de la línea gallega de alta velocidad desde Pedralba de la Pradería a Santiago y del corredor del eje atlántico entre A Coruña y Vigo a la unión temporal (UTE) encabezada por las empresas ourensanas Copasa y Cosfesa junto a Neopul-Sacyr, por un plazo de cuatro años y un importe que ascenderá a algo más de 49 millones de euros, IVA excluido. El retraso en la adjudicación y, en general en la tramitación de todo su proceso, fue debido a varios recursos presentados por la Confederación Nacional de la Construcción ante el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales (TACRC), dependiente del Ministerio de Hacienda.
El contrato, ya adjudicado, está pendiente de formalización y su entrada en vigor se producirá el próximo mes de noviembre, según las estimaciones de Adif. Su vigencia asegura los trabajos de conservación y mantenimiento de la red de altas prestaciones y alta velocidad de Galicia hasta noviembre de 2026, con la opción de prórroga hasta noviembre de 2027.
En los once meses que discurrieron desde el inicio de la utilización comercial de la línea gallega de alta velocidad hasta que dicho contrato se encuentre operativo, Adif recurrió a otros contratos vigentes para impedir que una infraestructura tan sensible, como es una línea de alta velocidad, quedase desprovista de un mantenimiento tanto preventivo como correctivo.
Plan B
Adif tuvo que echar mano de un plan B para poder cubrir las necesidades de mantenimiento hasta el próximo noviembre, mediante la adaptación de dos contratos que ya estaban vigentes, uno en el ámbito de la conservación de las vías de ancho métrico e ibérico, para los tramos de ancho ibérico (Eje Atlántico y LAV Ourense-Santiago), y otro de servicios de premantenimiento y mantenimiento de plataforma, vía y aparatos de vía y mantenimiento de balsas de decantación de la LAV Madrid-Galicia (tramo Pedralba de la Pradería-Taboadela).
El cuidado de dichas líneas también está encomendado a otros ocho contratos, destinados al mantenimiento del telemando de energía, centros de autotransformación, instalaciones de energía y catenaria. Instalaciones de protección y seguridad en los túneles (tramos Pedralba-Vilariño y Vilariño-Taboadela, Ourense-Santiago y Vigo-A Coruña), instalaciones de enclavamientos, sistemas de protección del tren, control de tráfico centralizado y comunicaciones.
El control de las vías, desde O Irixo y A Mezquita
De los más de mil kilómetros de vía férrea que tiene Galicia, este contrato se ocupará de las líneas de mayor tráfico. Ourense monopoliza las dos bases de mantenimiento desde las que se llevarán a cabo las operaciones. La base de O Irixo, en la línea Ourense-Santiago, para las vías de ancho ibérico, y Vilavella, en A Mezquita. Para este último municipio, la base desde la que se desarrollará la conservación del último tramo de la línea de ancho estándar, entre Pedralba y Taboadela, va a suponer la creación de nuevos puestos de trabajo de técnicos y operarios especializados que tendrán allí su centro de operaciones. Pero habrá que esperar a que esa base esté construida, algo que podría demorarse, al menos hasta el próximo otoño.